El cineasta James Cameron, quien dirigió la famosa película Titanic en 1997, declaró a la BBC que sintió la pérdida del sumergible Titán “en los huesos”.
Cameron, que ha hecho 33 inmersiones hasta los restos del transatlántico Titanic, estaba en un barco el domingo cuando el sumergible desapareció, y no se enteró hasta el lunes de la noticia.
Dice que cuando supo que el sumergible había perdido la navegación y las comunicaciones al mismo tiempo, enseguida sospechó que se trataba de una tragedia.
“Sentí en los huesos lo que había ocurrido. Que fallara la electrónica del sumergible, su sistema de comunicación y su transpondedor de seguimiento al mismo tiempo, indicaba que ya no había nada que hacer”.nmediatamente llamé a algunos de mis contactos de la comunidad de sumergibles a grandes profundidades. Al cabo de una hora tenía los siguientes datos. Estaban descendiendo. Estaban a 3.500 metros y se dirigían al fondo, a 3.800 metros”, explica.
“Perdieron las comunicaciones y la navegación, y me dije al instante: no se pueden perder las comunicaciones y la navegación a la vez sin que haya sucedido algo extremadamente catastrófico o una gravísima catástrofe energética. Y lo primero que me vino a la mente fue que se había producido una implosión“, agregó.
El jueves, un oficial de la Marina estadounidense declaró a CBS, que la Marina había detectado “una anomalía acústica consistente con una implosión” poco después de que el Titán perdiera contacto con la superficie.
Asimismo, el funcionario indicó que la información había sido transmitida al equipo de guardacostas de EE.UU., que la utilizó para reducir el radio de la zona de búsqueda.
Todas las informaciones que fueron apareciendo los últimos días le parecieron a Cameron “una farsa prolongada y de pesadilla en la que la gente iba de un lado a otro hablando de ruidos de golpes y de oxígeno y de todas esas cosas”.
“Yo sabía que el submarino estaba exactamente debajo de su última profundidad y posición conocidas. Ahí es exactamente donde lo encontraron”, explica a la BBC.
Y añadió que una vez desplegado el jueves un vehículo submarino teledirigido, los buscadores lo habían “encontrado en cuestión de horas, probablemente en cuestión de minutos”.
Cameron también sugirió que la pérdida del Titán y su tripulación era una “terrible ironía”, comparándola con la del Titanic en 1912.
“Ahora tenemos otro naufragio que se basa desgraciadamente en los mismos principios de no hacer caso a las advertencias”, afirmó.
“OceanGate fue advertida”, agregó recordando que la empresa había tenido trabajadores que renunciaron, aunque Cameron no quiso especificar por qué.
Asimismo, el cineasta continuó diciendo que algunos miembros de la comunidad de sumergibles a grandes profundidades, entre los que no se encontraba él mismo, habían escrito una carta a OceanGate diciendo que creían, en sus propias palabras, que estaban “yendo por el camino de la catástrofe”.
Cameron no es el primero en mencionar las preocupaciones que suscitaban las operaciones de la empresa turística.
Una carta enviada a OceanGate por la Sociedad de Tecnología Marina (MTS) en marzo de 2018 y a la que ha tenido acceso el New York Times afirmaba que “el actual enfoque ‘experimental’ adoptado por OceanGate… podría tener resultados negativos (de menores a catastróficos)”.
Por separado, documentos judiciales estadounidenses muestran que un exempleado de OceanGate advirtió de posibles problemas de seguridad con el buque ya en 2018.
Los documentos muestran que David Lochridge, director de operaciones marinas de la compañía, mostró su preocupación en un informe de inspección.
Un portavoz de OceanGate declinó hacer comentarios sobre los problemas de seguridad planteados por Lochridge y el MTS.
“No me hubiera subido”
Cameron aseguró en su entrevista con la BBC que tenía “muchas sospechas” sobre la tecnología que estaba usando OceanGate.
“No me hubiera subido a ese sumergible”, aseguró.
Dijo que cualquiera que se aventure al naufragio del Titanic debe ser plenamente consciente de los riesgos, ya que “es un sitio muy peligroso”.
“Acepte esos riesgos, pero no se encuentre en una situación en la que no le hayan informado sobre los riesgos de la plataforma real en la que se está sumergiendo.
“En el siglo XXI, no debería haber ningún riesgo. Hemos logrado pasar 60 años, desde 1960 hasta hoy, 63 años sin una víctima mortal… Entonces, ya sabes, uno de los aspectos más tristes de esto es lo prevenible que realmente era”.